lunes, 18 de agosto de 2014

¿Superheroes o misioneros?


Dicen que llevan capa negra y su traje es blanco, que tienen una misión y que se sienten elegidos para ella. Su fuerza es la Fe y su símbolo la luz del evangelio. Como todo superhéroe también tienen una debilidad: la misericordia por los más desfavorecidos. Luchan por la justicia y la dignidad de los últimos acercando la Verdad contemplada a todo ser humano.Ayer pude contemplar a uno de ellos.

Ayer domingo tuvimos la suerte de poder acompañar a Fray Hilario en su ruta dominical por las comunidades para celebrar.

Fue un regalazo de día. Pude apreciar en primera persona el esfuerzo que los misioneros dedican a llevar la palabra a aquellos que apenas tienen recursos y que por su situación de aislamiento no pueden acercarse a participar de la celebración eucarística.

Reconozco que ocurrieron tantas cosas, y mi corazón está tan agitado que no sé si podré poner orden a mis ideas en este escrito. Pero realmente fue impresionante. Disculpas pero allá voy: Dios Existe. Si no fuera así, estos hermanos nuestros no harían lo que ayer hicieron por celebrar la eucaristía con los últimos de esta región del Madre de Dios. Si no hubieran tenido experiencia de algo,-o mejor dicho de Alguien-, no habría explicación para complicarse la vida de esa forma. Me pasé todo el día tomando notas, videos, fotos, cuando no me descubría perplejo y boquiabierto por todo lo que estaba contemplando. A cada instante había un nuevo matiz evangélico que cubría esa ruta dominicana.

Salimos a las 7 de la mañana para llegar a Salvación a celebrar. Y volvimos a las 18.30 a la misión para celebrar la última eucaristía con los chicos del internado y la gente de Shintuya. No paró ni un momento. Partimos de la misión y con nosotros venían dos chicos que se quedarían en salvación con sus familias mientras nosotros seguíamos nuestra ruta para acercar la palabra a las gentes de la zona.
Según íbamos avanzando, Fray Hilario se iba deteniendo por las pequeñas casas que se iba encontrando para dejar la hoja dominical. Su claxon era reconocido por las familias que salían a su encuentro. Familias que no tendrían la suerte de tener misa ese fin de semana y que por lo menos se sentirían más cerca leyendo las lecturas dominicales.

No había tiempo que perder. Un simple claxon, un apretón de manos, un afectuoso saludo y un proseguir la marcha hacia todas las casas antes de llegar a Salvación. Nunca sabes lo que te puedes encontrar en estas carreteras y el tiempo apremia si quieres llegar a tu destino.

Al momento paró la camioneta, no vimos ninguna casa y nos extrañó.
-“Está sólo”. Dijo el misionero. Y bajando del carro se dispuso a abrir la parte de detrás para que un anciano que iba andando por el camino hasta Salvación (en coche son 1,5 horas), pudiera subirse y acercarle a comprar su comida del día. 


Rápidamente volvió a subirse, prosiguió con su ruta. No sé a cuantas personas les dimos la hojita dominical (ésa que muchos de nosotros apenas le prestamos atención cuando vamos a nuestras confortables iglesias de Madrid por el ladrillo intelectual que son). Pero para esa gente era más que un papel, era saber que son importantes para alguien.

El camino iba avanzando. Y este Superhéroe,-perdón, Dominico-, iba cumpliendo su misión de acercar la la palabra a los pocos que se encontraba. Otra persona nos paró y nos pidió que le lleváramos a Salvación. La niña por lo que nos contó después Fray Hilario era adventista. ¡¡Viva el ecumenismo de carretera!! ¡¡Ése que acerca a las personas más allá de la interpretación bíblica y los encuentros formales de las instituciones!!
Aquí las comunicaciones son pésimas. Por no decir que son casi inexistentes y las familias que viven en medio del camino no tienen forma de acercarse al centro dónde adquirir lo mínimo para vivir.
No sé cuántos terminamos en la camioneta, pero después de más de una hora de trayecto comenzaron a bajar del carro personas como si de un concurso televisivo se tratase: ¿cuantos caben en la nave de este superhéroe, -perdón Dominico-.?

En Salvación pudimos celebrar con una comunidad muy sencilla y acogedora la Eucaristía. En esta capilla hay un grupo “estable” de catequesis y confirmación acompañado por una laica y Fray Hilario.
Cuando terminamos la celebración marchamos para otra comunidad en la que viven sólo cinco familias a celebrar otra Eucaristía. Para ir a ella teníamos que retroceder en nuestro camino que habíamos andado toda la mañana. Pero antes volvimos a subir a otra persona.

Comenzamos de nuevo la marcha y Fray Hilario, como el gesto más natural y con extremada prudencia, paró, bajó la ventanilla y casi sin que nadie lo viera, le dio algunos soles para comprar algo de comida a un anciano ciego que había cerca de la iglesia de Salvación.

Cuando llegamos, comenzó a barrer la capilla y limpiarla de toda clase de arácnidos. Celebramos. El número de asistentes eran tres. Todos de la misma familia. Sacó unos caramelos, los compartimos después de la celebración y rápidamente este superhéroe,-perdón Dominico-, emprendía un nuevo trayecto hacia Alto Carbón a celebrar otra eucaristía. En este caso sería una comunidad totalmente aislada por este río y que su patrón es Santo Domingo.



Pasaban las horas y los ríos, baches, socavones, curvas cerradas, troncos, rocas… no podían impedir que este Dominico acercara la palabra a esa comunidad.



Adentrándonos en el río Carbón, hubo un instante en el que no se veía la huella de los camiones por donde el río es más bajo. Nadie había pasado por allí posiblemente desde el viernes y las lluvias del fin de semana habrían borrado el último rastro. Cruzar el río es peligroso, porque nunca sabes lo que te puedes encontrar y cuanto puede crecer el caudal en las próximas horas.

El coche se paró. “Ay! Hemos perdido el rastro!” dijo Fray Hilario lamentándose. El calor era asfixiante y después de llevar horas rumbo a esa comunidad, no íbamos a poder lograr nuestro objetivo. Fue entonces cuando este superhéroe,-perdón Dominico-, sin perder su mirada en el río, sacó su superpoder. Dicen que todo superhéroe, tiene siempre guardado un superpoder que lo usa en casos extremos ante la adversidad y ésta era una ocasión más que apropiada para ello.
Echó el freno de mano, miró hacia sus pies y comenzó a desabrocharse sus botas. Yo no podía creer lo que estaba observando. Se quitó los calcetines y comenzó a arremangarse los pantalones. Dicen que este Superpoder lo aprendieron de su Maestro que  se arrodilló ante otros siendo capaz de mover montañas y transformar a las personas.

Se bajó del coche y comenzó a adentrarse  en el río para cerciorarse de su profundidad y las posibilidades de ser cruzado. Se mojó hasta casi la cintura. Cruzó el río y volvió a donde nos encontrábamos. Sin calzarse de nuevo, quitó el freno de mano y comenzamos a cruzarlo.

Lo único que inundaba el carro era el silencio y una mirada fija en llegar al otro lado del río.  Silencio que se rompió  por un espontáneo aplauso iniciado por mi compañera de misión Carmen y por una pregunta que lancé:
-¿Cuántas familias nos esperan?
-Dos. Me contestó Fray Hilario

Mi mente comenzó a “echar cuentas” de lo que estábamos haciendo: ¡¡¿Dos?!! ¡Llevábamos más de cinco horas ya en el carro, con gasolina gastada, ruedas, tiempo, y pasando riesgos en un camino que no se lo desearía ni a mi peor enemigo para celebrar cincuenta minutos con tan sólo dos familias!!! Eso en la lógica del mundo lo tacharían de poco rentable, ineficiente, poco eficaz, insensato, imprudente, o simplemente nos convenceríamos para no hacerlo con la tan manida frase: “no merece la pena”… pero entiendo que la lógica que siguen estos misioneros Dominicos es la del Reino y la de la Alegría que uno siente cuando ha encontrado un tesoro escondido, una perla preciosa , la oveja perdida, un grano de mostaza, y no puede no salir corriendo a contarlo a otros.

Continuamos atravesando el ancho río Carbón por sus tramos secos, hasta que encontramos a una de las familias que iban a acudir a la misa. Serían ya las 13 horas. ¡¡Iban andando por todo el río  Carbón simplemente para escuchar misa!! Descalzos, cargando alimentos y con su hija pequeña bajo un sol de justicia. En ese instante recordé esa “pereza dominguil” que a veces me invade para celebrar la eucaristía… y simplemente me volví a quedar boquiabierto.

Por fín llegamos a la comunidad de Alto Carbón,  todavía nos quedaba volver a cruzar el río; esta vez a pie, para poder llegar a la capilla. Nos encontramos con esa familia que celebraban a Santo Domingo como su patrón. Gente humilde y que llevaban esperándonos desde las 10,30 horas sin saber si al final llegaríamos. Una vez celebrado, el Dominico,-que no superhéroe-, sacó unas gaseosas y unos caramelos para compartir con ellos. Aprovecharon para pedirnos ropa, y contarnos la problemática que tienen al encontrarse tan aislados . Se creó un clima de encuentro en el que “donde dos o más se reúnen en mi nombre…”; encuentro que a todos los que estábamos allí nos llenó de Espíritu.

Nos despedimos. No había tiempo que perder y teníamos que llegar a la última celebración en Shintuya a las 18.30. Pronto anochecería y no sabríamos lo que el camino de vuelta nos iba a deparar.


C.Luna-Unidos en Misión!!

viernes, 15 de agosto de 2014

Más que un carro….


Estos días para movernos por las comunidades salimos normalmente en bote y en el carro ( coche ) de los Padres.

En estas tierras de manera habitual la gente se traslada a pie de una comunidad a otra, y camina a cuestas con su saco, sus niñitos, y sus cosas.

El domingo nos movimos por 4 comunidades a celebrar y a lo largo de todo el día el carro fue instrumento de comunicación al servicio de todos.

Iniciamos el camino Carlos y yo con el P. Hilario y esta vez nos acompañan dos de los chicos de la misión: Roger y Natanael.

De manera natural, aprovechamos el camino a Salvación –primera comunidad – para saludar a las gentes y llevarles la Buena Noticia. A lo largo de todo el recorrido entre comunidades asoman pequeñas viviendas y en algunas de ellas, donde va parando el P. Hilario, al toque del claxon llegan corriendo los niños o papás a saludar al Padre y recoger la hoja dominical.

En ese trasiego de hoja por aquí y saludo por allá, se van cruzando encargos varios aprovechando la facilidad que da moverse en la camioneta: ‘Padre, de camino a Mansilla, en la casa amarilla de la derecha, diga al Sr. Wanca que urge que venga que le esperamos acá. O, Padre, a la entrada del puesto del parque, deje este sobre de mi parte al encargado, o…’ Y así en cada comunidad.

Celebramos en Salvación, Aguanos, Alto Carbón y Shintuya. El P. Hilario, además de ir concentrado en los baches y desprendimientos de la carretera, va atento a cuantos encontramos en cada paso, para acercar, hasta donde sea posible y mientras haya sitio en el coche a los que caminan con carga o con niños, o ancianos de acá para allá. En cada uno de los recorridos vamos subiendo gente que sale a nuestro paso, acortando de algún modo su llegada y poniendo el carro al servicio de los demás.

Aquí casi nadie tiene licencia de conducir y mucho menos carro, pero la necesidad de moverse entre comunidades para salir a vender lo que sacan de la chacra y a comprar lo que la chacra no da como el azúcar, la sal, ropa, o calzado, es una realidad que alcanza a todos.

Ya de camino a Alto Carbón, donde fuimos a celebrar, recogemos una familia que sube a pie desde su comunidad para unirse a nosotros en la celebración. Una vez más nos acomodamos todos en el carro – unos delante y otros detrás – haciendo más llevadero el camino y juntos llegamos hasta la orilla del río Carbón donde, tras dejar el coche a un lado, atravesamos el río a pie para acceder a la pequeña capilla e iniciar la Eucaristía.

A veces en silencio, otras comentando, algunas incluso durmiendo, estas gentes nos acompañan, suben, bajan… y aquí, donde nadie tiene carro, el coche de la Misión, es un poco la camioneta de todos.

Regresamos ya tarde a Shintuya a celebrar, y en mi cabeza surgen caras y nombres del día: Domingo y Juan, el Sr. Alejandro y familia, la mamita de Mansilla, el paisano de Ayacucho, la pareja de Shintuya….

Y en esta última Eucaristía de hoy surge en mí una oración: Gracias PADRE por darnos la oportunidad de compartir a través del camino y con el carro la historia de tantas gentes que TÚ y los Padres, con su disponibilidad y servicio, ponéis en nuestro paso por la Misión.

Unidos en Misión!
Shintuya – 13 agosto de 2014

miércoles, 13 de agosto de 2014

Desayuno Enriquecido


Cada desayuno en la Misión de Shintuya es diferente.

No por los alimentos que con suerte podemos llevarnos a la boca, sino por las conversaciones que aparecen encima de la mesa entre la leche evaporada, el café soluble, algo de mantequilla y mermelada…

Hoy salió el tema de la violencia y la situación compleja que sufren las gentes de esta zona: Narco, alguna niña violada, denuncias de sectas que abusan bajo la complicidad incluso de los vecinos y familiares… 
alguna cuenta pendiente entre vecinos, y todo bajo la “libertad” de una zona en la que apenas hay autoridad política y municipal que denuncie y ponga orden, protegiéndose bajo el escudo lapidario de la falta de recursos: “ Sé que ocurre, pero estoy sólo y no me quiero meter en problemas”
-¿Me pasas la mantequilla por favor?
 -Pues RXXX, no ha querido volver a su casa estas vacaciones.
-Qué raro! Dice otro misionero
-Algo le debe de pasar en su casa
-Creo que alguien cercano de su comunidad le persigue
- Alguien de su entorno cayó en el narco, armas…Añade un misionero
-¿Café?
- Puff!! No lo sé, un día te dicen una cosa y otro día te dicen lo contrario…
-Hay que averiguarlo. Dice otro misionero.
-Un niño sin querer volver a su casa en vacaciones, muy normal no es.
-Algo le pasa.

Todo el desayuno estuvimos hablando de la situación que a muchos de ellos les cuentan, y de la impotencia que sienten por intentar introducir luz en una situación tan compleja y densa como la vegetación misma que cubre la Selva.

Me sorprendió que en lo cotidiano se hablara de una forma tan abierta de estos temas. La diferencia entre una conversación sobre esas situaciones de muerte en las mesas acomodadas y occidentales en las que participo y la que se servía en ese desayuno, era el profundo respeto con el que se trataba. Respeto que sólo puede tener aquél que conoce y sufre la situación cada día y que puede enriquecerla con nombres y rostros que forman parte de sus vidas.


C.Luna-Juntos en Misión!!

sábado, 9 de agosto de 2014

Asomándome a la misión de Shintuya



Apenas llevo 5 días aquí y ya algunas situaciones, personas, escenas,…me son totalmente familiares. Es lo que tiene la vida sencilla: de manera fácil te atrapa y te encuentras en ella cómodo, sin disfraz, y dispuesto a despegarte de todo aquello que traes y que, aunque sólo sea por un tiempo siquiera corto, quieres aparcar para rescatar la mejor ‘versión’ de ti mismo, la más tuya, la que más te lleva a Jesús.

Entramos en Shintuya desde la comunidad de Salvación el domingo por la noche, tarde. En el carro con Edwin, de camino a la Misión, atravesando quebradas, íbamos buscando en la noche la huella de carro en el río – signo de zona de paso segura - ; y rescato para mí la idea de la HUELLA. En mi caminar cada día intento ir tras las huellas de JESÚS, y cada año la Misión es una parte importante en ese recorrido, donde la tranquilidad y el contacto con los más sencillos no hace otra cosa sino ayudarme a poner más atención en la HUELLA de JESÚS: avanzando con calma, rectificando la dirección, atento a las señales,… como Edwin en el río….

En la Misión están los padres Pedro, Edwin e Hilario.
En contra de lo que una podría imaginar en un internado de unos 30 jóvenes, y en medio de la selva de la amazonía, aquí todo está en su sitio y hay un sitio para cada cosa.

Es verdad que ahora sólo están 8 de los jóvenes, con la llegada de las vacaciones, pero tengo la impresión que esta paz y este orden se mantiene a lo largo del curso con todos: el esfuerzo, el tesón, la organización, la disciplina, el hábito y un entorno cuidado y pensado para la convivencia y formación de la persona hacen de esta Misión un lugar perfecto para junto a los frailes y los chicos, seguir la HUELLA de Jesús.

De manera sencilla nos vamos incorporando a la vida de la Misión: los juegos, el deporte, la pesca y el ir de excursión, junto con las visitas dentro de la comunidad van dando forma a nuestro día a día en esta semana de vacación escolar. El domingo volverá el bullicio con la llegada de todos para retomar el curso, pero ese bullicio se mezclará seguro de manera ordenada con la enorme paz de aquí, donde la escucha, la oración y el conversar son también un pequeño regalo diario que nos va llenando la mochila de experiencias y satisfacción.

¡Unidos en misión!  Y tras la HUELLA de Jesús….

Carmen.

Choque utilitarista




Ayer estuvimos de ruta por la comunidad en plena selva, viendo la evolución de la obra de suministro de agua y alcantarillado que el gobierno comenzó hace unos meses.

Durante más de 2 horas estuvimos adentrándonos por la montaña para ver todas las canalizaciones que desde hace tiempo la gente de la zona, supervisada por un ingeniero de Cuzco construyen a lo largo de todo el parque del Manu.

He de reconocer que cuanto más subíamos por la montaña para ver los depósitos desde dónde se canalizará el agua hacia la comunidad, más crecía en mí un sentimiento mezclado de asombro-rechazo-contradicción…que mi lógica utilitarista no sabía cómo canalizar.

Éste era el tercer intento que se realizaba en el parque del Manu para intentar traer agua. Por lo que comentábamos según íbamos observando la obra… los tubos no tenían la sección adecuada para llevar todo el caudal que se requería, la pendiente no estaba del todo bien calculada…la productividad de la misma hacía que lo más seguro que se acabara el presupuesto y no se terminara. Y para colmo, se estaba haciendo una obra que requeriría posteriormente un mantenimiento elevado de sus filtros, mantenimiento que la comunidad de allí no haría y que se terminarían estropeando y dejando de funcionar.

Creo que fue la certeza absoluta con la que hablaban los misioneros sobre el futuro de esa obra, lo que despertó ese sentimiento en mi de incomprensión-insensatez-asombro… ¿Para qué hacer algo que ya se sabe que no va a funcionar? ¡¿Simplemente para dar de comer durante unos meses a unos indígenas reconvertidos en peones de obra civil?

Ese choque lógico-utilitarista que tuve ese día, me sirvió para comprender un poquito más la complejidad de la situación que aquí se da. La realidad de la misión no es como una tubería lineal, en la que sólo hay dos variables: Causa-efecto. En ella se mezclan infinitas variables y factores a entre los que la Luz se cuela para dar liberación a pesar de que nuestra razón no alcance a comprender.

Unidos en misión!!

C.Luna

De Panes y Peces


Este fin de semana ha transcurrido entre comunidades. Con el bote y acompañados del P. Pedro hemos recorrido parte del madre de Dios para celebrar en las comunidades de Palotoa e Itaguanía.

La llegada de los Padres a una comunidad siempre es motivo de reunión y de encuentro. Al toque de la campana va llegando poco a poco la gente de la casa, de la chacra y el campo,… de su quehacer diario.
Y por un rato, se hace un paréntesis en sus vidas, y en la de todos los que estamos allí, para compartir y CELEBRAR.

Llegamos a Palotoa en bote, pronto por la mañana. Es una pequeña comunidad Matsigenga. Se une junto a los niños y mayores en la Eucaristía, un pequeño mono juguetón que atrapa la atención de todos mientras ensayando los cantos y charlando unos con otros, esperamos el comienzo de la celebración.

Y en esta primera misa Dominical de sábado en Palotoa, Pedro nos desgrana en el lenguaje sencillo de estas gentes el mensaje ‘escondido’ tras los panes y los peces: el Evangelio  nos habla no de milagros, sino de GENEROSIDAD, de dar hasta donde uno puede sin racanear; y confiar que Dios hará el resto.

Con esta reflexión en mi cabeza - ¡dar hasta donde podamos!... y ‘no hasta donde queramos o nos interese’ dejamos la comunidad tras el almuerzo para subir al bote de nuevo de regreso a Shintuya, a la Misión, con la idea de salir una vez más, ahora anocheciendo, a celebrar con Hilario a Santa Cruz. Enfilamos en esta ocasión en carro el camino a la comunidad y apenas a 1 Km de casa, nuestro camino se ve interrumpido por el traspiés de un camión que quedó atrapado en el fango…. Vía de acceso cortada… los panes y peces tendrán que esperar a mañana pero no así mi reflexión continuada sobre la medida de mi generosidad….

El Domingo, casi sin darnos cuenta, y acompañados de un buen sol, llegamos a Itaguanía: en tiempos zona de referencia del comercio de madera, y hoy casi pueblo fantasma. Es una comunidad de colonos. Sus casas principalmente de bloque, abandonado aquí ya el uso de la caña y la madera que encontramos en las viviendas de Palotoa y Shintuya, delatan esta comunidad como más ‘moderna’ pese a estar ahora en decadencia….

Distintas gentes, cultura y realidad que en Palotoa, pero un mismo mensaje en torno al pan y los peces: de nuevo la GENEROSIDAD y la invitación a no guardarme nada para mí:¡DADLES VOSOTROS DE COMER!

Al finalizar, tras despedirnos de la gente de Itaguanía salimos al bote .Y mientras avanzamos, te doy GRACIAS, PADRE, por este gran milagro de los panes y los peces. GRACIAS por la oportunidad de compartir esta reflexión en torno al compromiso con la gente sencilla de estas comunidades del Madre de Dios.

Anocheciendo, celebramos en Shintuya, con los chicos del internado y la comunidad y por tercera vez en el fin de semana, resuena en mí esa llamada a DARLO TODO y CONFIAR el resto a TI.

Unidos en Misión!
Carmen – Shintuya 8 de agosto de 2014

miércoles, 6 de agosto de 2014

Se llama Florentino


Y toca algo de lo más profundo que hay en mí y que siempre me acompañó. Algo que aunque con los años se había endurecido, nunca desapareció y que es para mí, conexión directa con el Padre.
Algo que es fin, medio, y también motor en mi vocación de Dominico y en mi disposición a poner al servicio de Selvas Amazónicas mis conocimientos, experiencia, tiempo y energías en la comunicación y el Marketing del secretariado.
Una experiencia de misión es un lugar privilegiado para conectar con tu Deseo Profundo. Aquel Deseo en el que Dios te habla de forma directa y te dice que tiene un plan para ti. En Shintuya, lo veo claramente en los chicos y en toda la misión. (Advertencia para el lector: en estos momentos no estoy levitando, ni mucho menos estoy idealizando a sus gentes y a este lugar. Ya he vivido varias experiencias de este tipo en mi vida, y sé con certeza que esto que acabo de escribir no es fruto de una percepción idealizada de la realidad. Es cierto.)
Ponerse a tiro, y tener la suerte de poderlo vivir en comunidad, hace que a lo largo de los días empieces a intuir y vislumbrar ese Deseo Profundo.
Florentino fue el primer chico que se acercó a mí el primer día en Shintuya. Tiene una cara de “empanao” que no puede con ella, parece que está todo el día sedado y es bastante tímido, más allá de que su español no sea muy abundante.
Prácticamente nuestra primera conversación se limitó a un cómo te llamas, cuantos años tienes, y que quieres ser de mayor… (profesión que luego cambió 2 horas después). Cuando nos cruzamos por el jardín en el internado, siempre nos saludamos, con el tan educado “buenos días, buenas tardes, y buenas noches” que constantemente dicen aquí a cada momento. Pero el siempre lanza esa “sonrisa empanada”.
Florentino es el último chico en entrar en el internado hace ya tres meses y es el hazmereir del grupo. ( Ojo! Cabe resaltar que son un grupo excelente de 28 compañeros –adolescentes- y amigos que se cuidan y respetan muchísimo, mérito de los misioneros y profesores que están con ellos las 24 horas del día)
No suele comunicarse mucho con los demás, aspecto que le hace ser siempre el último en elegir sitio, juego, o posición en el campo de futbol. Si alguien se cae de la silla, es él; si alguien falla en una prueba de los juegos que hacemos, es él; siempre acompañado por las risas de todo el grupo.
Para colmo, cae sobre él, la etiqueta de “vago”. Es verdad que normalmente cuando los chicos acuden al internado no tienen hábitos, horarios y tareas como las que se exigen aquí en la misión-y que les permite desarrollarse-; y es verdad que muchas veces está “muuu empanao” pero el estigma cae sobre él y eso a veces paraliza mucho más. Yo creo que hay algo más que simple pereza lo que le impide ser más proactivo y más líder.
Siempre se sienta alejado de los demás. Ayer esperando a nuestro turno en nuestro partido rutinario de las 16, me acerqué a él  para charlar un rato. Me descubrí haciendo lo que hacía cuando era pequeño en el cole, acercarme a los más débiles o apartados de clase. Aquellos que se sentían solos o no eran los más “guays” y que los malotes usaban para ponerse encima de ellos y ser ellos aún más grandes.
Por fin nuestro turno para jugar. Nadie se quiere poner. ¿A quién le piden que se ponga de portero?  A Fl-------o!! ¿quién acude sin rechistar a ponerse? Fl-------o!!
Nos eliminaron rápidamente. Nos faltaba un buen defensa. En el segundo partido, le dije a Florentino que me ponía yo y que él saliera a jugar. Creo que no se lo creía porque se dirigía sumiso a la portería después de decírselo.
No he visto un defensa mejor con su edad nunca. En serio. Se movía en el campo como un auténtico líbero de la antigua escuela. Sacaba la bola, repartía juego, llenaba espacios moviéndose de banda a banda. Cortaba el balón sin miedo.Todo ello jugando descalzo.Él sabía que le estaba viendo desde la portería y que le animaba para que se esforzara.
Después del partido, le dije lo bueno que era. Y que se había esforzado mucho. Él me sonrió y se fue.
Por la noche, me preguntó si íbamos a jugar mañana. Mi Deseo Profundo le dijo: Sí.


lunes, 4 de agosto de 2014

Tus 3 pilares


7 am. Como todos los días suena la campana en misión Shintuya y todos acudimos a desayunar.

Este desayuno como no podía ser menos, también fue variado. Fray Pedro nos sorprendió con una de esas conversaciones que a uno le dejan  inquieto durante todo el día. No existe repelente que pueda evitar llevarte la pregunta a la jornada que comienza en la Selva.

Sin saber cómo empezamos a hablar sobre la formación de antes y la de ahora. Pedro, hombre sabio por años y conocimientos, nos empezó a contar anécdotas de su formación en el estudiantado de España y como la exigencia en esa época era elevadísima buscando asentar en cada uno de sus compañeros unos cimientos filosóficos sólidos que permitieran buscar la verdad como buenos dominicos.

Después de varias sorbos y tostadas de anécdotas de los 70, Pedro desde su tierna dureza castellana recordó la conversación que tuvo con un maestro inmediatamente antes de irse a Perú hace ya más de 35 años:
-¿Qué te llevas pá el Perú? Le preguntó el maestro.
- “y yo le comencé a contar un porrón de cosas, conceptos, teorías… que había aprendido. Fue cuando él me interrumpió y me dijo:
- Ufff!! Demasiadas cosas te llevas para la vida misionera!!!. Debes elegir y Quedarte con 3 pilares fundamentales que te sirvan de ancla a las que te puedas agarrar y sobre las que construyas tu vida. Todo lo demás es demasiado pesado. Ellas te ayudarán a sobrellevar cualquier crisis y a ser timón en tu misión.

Al momento me descubrí dándole la razón. Cuantos más años tienes, más te vas dando cuenta que sin querer,-o queriendo-, te vas quedando con 3 o 4 fundamentos que rigen tu vida.
He de confesar que me quedé con ganas de saber cuáles eran sus 3 pilares, y no se lo pregunté por prudencia. Quizás otro día se lo pregunte.

Terminó el desayuno, y comenzó mi digestión: Carlos, ¿cuáles son tus 3 pilares? 

Un viaje lleno de contrastes

Reconozco que cuando contaba a la gente cercana la experiencia misionera a la selva que iba a tener este verano gracias a la Orden de predicadores y a Selvas Amazónicas, despertaba una cierta curiosidad en ellos que les hacía siempre preguntarme el  ¿para qué? de mi experiencia.
Yo para ahorrarme sermones, les explicaba de forma reducionista que me iba a “abrir mente” y a conocer más en profundidad esa realidad  sobre la cual tengo la suerte de hacer la comunicación y el marketing en España.
La primera etapa del viaje fue Madrid-Miami. Al ver que tenía 10 horas de estancia para tomar mi siguiente vuelo a Lima, decidí salir a conocer Miami.
Gracias a la ayuda generosa de un empleado de allí, que me explicó todo a la perfección, me dirigía a South Beach en el autobús de línea para pasar el rato y ver que se “cocía” por allí.
Aunque ya iba con “mentalidad misión”, he de reconocer que comencé a sentir una cierta seducción por el ambiente que me encontraba… gente en las barras de las piscinas de los hoteles con salida directa a la playa, música en directo, tiendas de todas las firmas, gente paseando, bikinis, terracitas, ambiente playero, anuncios espectaculares… en definitiva un mundo exterior y seductor que llamaba la atención a una parte que también soy.
Efectivamente estaba abriendo mente en esa mini estancia por Miami, con un ambiente nuevo que estaba experimentando en ese paseo.
14 horas después de ese flash “american way of life”  me encontraba en Lima con mis compis Patricia y Carmen en una humilde casa dónde descansaríamos antes de nuestra marcha a Cuzco.
Los bikinis desaparecieron, la gente guapa playera también, los anuncios espectaculares y los grandes escaparates se esfumaron…, y la sencillez y austeridad comenzaban a reinar todo lo que veía.
Después de un día genial de encuentro, risas y paseos  por Lima, recordé una frase del Quijote: “La libertad Sancho, es el don más preciado que se regaló a la humanidad”. Libertad no para hacer, sino para elegir hacia dónde quieres abrir tu mente y ensanchar tu alma con el tiempo que se te ha regalado.
Al día siguiente salimos para Cuzco para tomar luego una combi hacia Shintuya. Cuanto más nos alejábamos más austeridad y gente sencilla nos encontrábamos…predisponiendo a mi mente y alma abrirse a nuevos horizontes.
“La libertad Sancho, es el don más preciado que se regaló a la humanidad”.

Hola!

Hola !!
No sé si esto tendrá mucha continuidad.Los días aquí en Shintuya son inesperados... y la conexión wifi más aún... pero allá va...

C.Luna