No por los alimentos que con suerte podemos llevarnos a la
boca, sino por las conversaciones que aparecen encima de la mesa entre la leche
evaporada, el café soluble, algo de mantequilla y mermelada…
Hoy salió el tema de la violencia y la situación compleja
que sufren las gentes de esta zona: Narco, alguna niña violada, denuncias de
sectas que abusan bajo la complicidad incluso de los vecinos y familiares…
alguna cuenta pendiente entre vecinos, y todo bajo la “libertad” de una zona en
la que apenas hay autoridad política y municipal que denuncie y ponga orden,
protegiéndose bajo el escudo lapidario de la falta de recursos: “ Sé que ocurre, pero estoy sólo y no me
quiero meter en problemas”
-¿Me pasas la
mantequilla por favor?
-Pues RXXX, no ha querido volver a su casa
estas vacaciones.
-Qué raro! Dice otro
misionero
-Algo le debe de pasar
en su casa
-Creo que alguien
cercano de su comunidad le persigue
- Alguien de su
entorno cayó en el narco, armas…Añade un misionero
-¿Café?
- Puff!! No lo sé, un
día te dicen una cosa y otro día te dicen lo contrario…
-Hay que averiguarlo.
Dice otro misionero.
-Un niño sin querer
volver a su casa en vacaciones, muy normal no es.
-Algo le pasa.
Todo el desayuno estuvimos hablando de la situación que a
muchos de ellos les cuentan, y de la impotencia que sienten por intentar
introducir luz en una situación tan compleja y densa como la vegetación misma que
cubre la Selva.
Me sorprendió que en lo cotidiano se hablara de una forma
tan abierta de estos temas. La diferencia entre una conversación sobre esas
situaciones de muerte en las mesas acomodadas y occidentales en las que
participo y la que se servía en ese desayuno, era el profundo respeto con el
que se trataba. Respeto que sólo puede tener aquél que conoce y sufre la
situación cada día y que puede enriquecerla con nombres y rostros que forman
parte de sus vidas.
C.Luna-Juntos en Misión!!
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